Despierto en mi cama y no me encuentro entre las sabanas.
Creo que es Martes pero no logro recordarlo con claridad.
Quizás se debe a que la noche ha sido demasiado larga y agotadora, tal vez a que estoy sola en medio de esta marea de almohadas y mantas.
Siento que me ahogo mientras la presión cede paso al miedo e imagino tus labios sobre los míos, calmándome con un suave beso de buenos días.
Tal vez no sea suficiente, pero me ruboriza el solo pensar en tu torso desnudo pegado a mi, en un abrazo tan estrecho que no sepa donde acaba tu cuerpo y empieza el mio.
Y entonces caigo dormida de nuevo, extasiada por el tacto de tus manos sobre mis caderas, soñando con tenerte cerca de nuevo, haciéndome el amor cuantas veces lo invente mi pesado subconsciente.
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