viernes, 24 de diciembre de 2010

1504

No puedo evitar una cálida sonrisa al pasear por la calle y toparme con alguna madre que lleve de la mano a su hijo pequeñito, que a penas sabe correr.
Cierro los ojos e imagino como habrían sido las cosas de haber tomado otra decisión, de haberte estrechado entre mis anhelos...
No logro soportar las lágrimas pensando la rabia con que fuiste deseado, y el desprecio que se te hizo al acabar con tu historia sin un prólogo definido.
No puedo perdonarme haberme dejado matar de ese modo contigo, haber perdido la luz de mi vida, y la esperanza de que las cosas podrían haber cambiado.
Aun puedo idear un mundo en el que los dos estemos juntos, en que me abraces y me mires con tus enormes ojos aceitunados mientras el pelo castaño se te arremolina sobre la frente.
Sonrío y es falso, desde que no estás y me dejaste este vacío.
Aunque me consuela la idea de que no tengas que saborear la vida amarga que te habría sido concedida, con un hombre que jamás nos habría querido y cuya única demostración de amor era a base de golpes y despechos.
Te quiero como jamás querré a nadie, como lo que eres y hubieses sido, como lo que siempre serás.
Te extraño como jamás extrañaré a nadie, extraño lo que pudo ser y lo que sería, todo lo que hubiese cambiado y lo que cambió.
Siempre seré tuya del mismo modo en que tú siempre serás mio, mio y de nadie más David, porque te regalé cada parte de mi...y nunca podré recuperar todos los pedazos que me dejaron.



Memorias de Marta V

"Nunca, jamás, debí decir >Hazme lo que quieras<, tampoco esperaba que fueses a ponerme un ojo morado"

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