Sonrío tímida, como si fuese la primera vez que nos vemos, como siempre en cada reencuentro...como si nada nunca nos hubiese unido, como si no me muriese de ganas de besarte una y otra vez.
Siento que el suelo tiembla a mis pies cuando por fin me abrazas tenuemente contra tu pecho, y noto latir tu corazón, a veces fuerte, a veces casi inexistente, y me regodeo en el calor que desprende.
Después vendrá el beso, ese que hace que piense que todo es perfecto y especial, ese que me hace volar lejos y me devuelve las ganas de sonreír.
¿Qué más necesito en este mundo...sino eso?
Me sobra el dinero, las ganas de luchar, las sonrisas, los momentos eternos, me sobran las lágrimas, las caídas estúpidas, los recuerdos dolorosos.
Y entre todas esas cosas, buenas y malas, estás tú, escondido y a la vista.
¿Qué más...?
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