De nuevo me encuentro frente a él, me daba miedo este momento porque nunca estuve segura de mis sentimientos.
Me sonríe cabizbajo, también sabe que me hará daño, quiere evitarlo, pero ambos reconocemos que es imposible.
Intento alargar la mano para tocarlo, pero mi torpeza me impulsa hacia abajo con una gravedad mortal, que parece querer aplastarme hasta morir.
Él no logra agarrarme la mano con la fuerza suficiente como para elevarme del suelo y espera, ansioso, a que el destino se apiade de mi cansado corazón.
Sin embargo la imagen se repite siempre que nos encontramos, sabemos el final, pero volvemos a intentarlo, una y otra vez.
Como un amor imposible que es capaz de desgarrar las historias más hermosas.
Él se llama Oportunidad y yo nunca seré capaz de saborear sus labios.
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