martes, 30 de noviembre de 2010

Increíble

Se dejó arrastrar entre la muchedumbre tapando su rostro con la capucha.
Victor casi la hacía planear por el suelo a causa de la velocidad con que tiraba de su mano, y ella estaba encantada con ese sentimiento.
Sentía el corazón totalmente enloquecido, la respiración casi le quemaba los pulmones por el vaivén frenético del aire helado dentro de ellos.
Tardaron poco en dejarlo todo atrás, muy lejos a su espalda, entonces él la empujó contra la pared y sin dejarla tomar una sola bocanada de aire la besó hundiéndole los dedos en el pelo.
Marta a penas podía sentir los piernas, los dedos fríos de sus manos, las mejillas heladas y enrojecidas, pero algo estalló en su pecho.
Un fuego abrasador la invadía rápidamente lamiendo cada rincón escondido de su cuerpo, le abrazó, primero suavemente, después arañó su espalda.
Los pocos segundos que separaban sus bocas para coger aire los utilizaban para besarse el cuello, ella incluso apremiaba ese momento para morderle la oreja, susurrar sus deseos, deslizar cada vez más abajo sus manos.
Un jadeo. Una mirada. Fuego.
Sin saber donde acababa uno y empezaba el otro, ardiente deseo cubriendo la calle, solo ellos dos en medio del apogeo deseando arrancarse la piel...y comerse a besos.

1 comentario:

  1. Sin palabras.
    Me identifico muchísimo con este texto, y ya sabes el porqué.
    Me encanta Estíbaliz, es .. ¿precioso?
    Eso se queda atrás.

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